Equivóquese, equivóquese otra vez. Pero equivóquese mejor.»
Samuel Becket
Si quieres ser creativo, hacer cosas originales, producir resultados novedosos, no siempre es bueno acertar a la primera o a la segunda ...
¿Por qué?
Porque el acierto que no surge por casualidad se basa la mayoría de las veces en el conocimiento y la experiencia.
El conocimiento es aquello que hemos aprendido en el pasado y nos da seguridad porque de alguna manera lo podemos demostrar. Sin embargo, en la actualidad, el conocimiento se queda obsoleto con tremenda rapidez y surgen incontables situaciones para las que hay que aprender casi de cero o incluso inventar nuevos conocimientos.
Por otra parte, la experiencia viene de la práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo o bien del conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas. Igualmente nos remite al pasado.
Pero las circunstancias del pasado han cambiado, nosotros y nuestra vida estamos en continuo cambio, de modo que no siempre servirá el adaptar las antiguas soluciones a los problemas actuales. No obstante recurrir a la experiencia es una opción cómoda que también nos proporciona seguridad como en el caso del conocimiento.
Si a través de tu conocimiento o de tu experiencia puedes demostrar que has acertado, de alguna manera es como si te quedaras atado a tu pasado sin poder avanzar con los nuevos tiempos, sin poder tomar acciones diferentes.
«Acertar es aburrido, es tener la mente cerrada, no estar a abierto a ideas nuevas, estar anclado en tu propia exactitud» dice Paul Arden.
Si no intentas hacerlo todo bien a la primera y empiezas equivocándote, verás que se abren un montón de posibilidades.
Sí, claro, me dirás que una posibilidad es la de equivocarte y tendrás razón.
Pero, ¿y si das con un resultado mucho más extraordinario que cuando sólo intentabas acertar?
¿Por qué creo que equivocarte puede ser bueno?
Son 3 los beneficios de equivocarte porque:
- Dejas de intentar ser infalible, con la tensión y el miedo que eso conlleva.
- Dejas de ser aburrido y/o repetitivo al abrirte a las sorpresas de lo inesperado.
- Dejas de juzgar a los demás cuando también se equivocan, te hace más comprensivo y humilde.
Desde este planteamiento podríamos concluir que tanto el conocimiento como la experiencia son contrarios a la creatividad y que si queremos tener ideas originales hemos de asumir riesgos, aunque los riesgos asumidos terminen en equivocación.
¿Qué opinas tú? 😉