El siguiente artículo es un fragmento del capítulo 3 de mi libro: “La cara positiva de las emociones negativas” de Editorial Amat.
Un estado emocional es un estado interno en un momento determinado que suele ir acompañado de una sensación agradable o desagradable, y que tinta, interpreta y valora, según el “color de su cristal”, lo vivido durante el tiempo que dura.
El estado emocional es más difuso y generalizado frente a una emoción que es más concreta. Es, en principio, pasajero. Puede durar minutos, horas, días, pero, en algunas ocasiones, se puede enquistar y extenderse en el tiempo llegando a formar parte del temperamento y del carácter de una persona.
Es posible que, en un mismo corto período de tiempo, como un día, podamos pasar por diferentes estados emocionales. Podemos estar nerviosos, al cabo de un rato estar tranquilos y confiados, y más tarde, sentirnos tristes o irritados.
Estas fases suelen ser el resultado de una emoción o de varias emociones que persisten ligadas a sentimientos, pero también pueden estar relacionadas con procesos fisiológicos y hormonales.
Por ejemplo, una persona con una alimentación deficitaria en diversas vitaminas, o con un bajo nivel de hierro, se sentirá más débil físicamente y tendrá menos energía, lo que sin duda afectará a su estado emocional.
El estado emocional, a veces, se siente como algo que es superior a nosotros mismos y con una fuerza propia que nos invade. Muchas personas confunden su estado emocional con su verdadero ser porque las emociones están en la raíz del sentimiento de uno mismo o del concepto de identidad.
¿Quién soy?
Soy una persona animosa, soy una persona miedosa, soy una persona simpática, soy una persona rencorosa …
Aunque estas personas se sientan más felices o más enérgicas en momentos puntuales, suelen volver a su estado emocional más habitual, debido principalmente a los hábitos y a los programas de pensamiento y acaban creyendo que realmente son así y que no pueden cambiar. Como mínimos creen que no se puede cambiar de forma voluntaria, que no tenemos ningún control sobre nuestros estados emocionales, que aparecen y desaparecen sin que podamos hacer nada.
En absoluto tenemos que conformarnos con sentirnos impotentes ante nuestros estados emocionales.
Aunque las emociones son fundamentales para explicar ciertos rasgos concretos de la personalidad, no son los únicos elementos que determinan nuestro estado emocional. Nuestros pensamientos tienen un rol protagonista, así como el lenguaje que utilizamos tanto para comunicarnos con los demás como para comprendernos a nosotros mismos y definir lo que sentimos.
De manera que la forma en que reaccionamos ante una situación tiene mucho que ver con nuestro lenguaje y nuestro pensamiento, y acabamos creando auténticos patrones neurológicos de respuesta.
Haz clic sobre la imagen si deseas comprar mi libro
***El libro está disponible en todas las librerías de España, México y varios países de Latinoamérica. También en Amazon España https://amzn.to/2YCxGGs y Amazon Internacional https://bit.ly/Libroamazon En formatos papel y electrónico.
Silvio Alberto Reyes dice
Muy interesante artículo, se aprende con él.
Felicidades.
Silvio
Mirtha Marquez dice
Te felicito Isabel por tu gama de conocimientos y experiencias en materia de emociones, realmente verdaderas
Un abrazo
Isabel Sales dice
Muchas gracias Mirtha! Es un tema apasionante! Un cordial saludo