De la misma manera que hoy te has ido formando con tus hábitos del pasado.
Porque somos el fruto de nuestras costumbres.
Continuamente estamos realizando acciones sin darnos cuenta, sin ser conscientes plenamente de ellas.
Cuando utilizas el coche para desplazarte a algún lugar o para ir al trabajo, es muy posible que si vas en compañía de alguien charlando animadamente, o escuchando música, cuando llegas, resulta que no has sido consciente la mayor parte del tiempo del lugar por donde pasabas, ni siquiera de las acciones que has realizado para conducir el coche.
Suena un mensaje en tu móvil e inmediatamente sin pensarlo te conectas a Facebook para ver los nuevos mensajes.
Te sientes nervioso, preocupado, inundado por problemas y enciendes un cigarrillo, sin apenas darte cuenta.
Ante requerimientos insistentes de las personas de tu entorno bien sea familiar o de trabajo, ante la dificultad de responder adecuadamente, te inhibes y te enfadas; o todo lo contrario, eres incapaz de decir no y te ofreces a ayudar en todo aún en perjuicio tuyo.
Según el diccionario:
Una costumbre es la manera habitual de obrar de una persona, animal o colectividad, establecida por un largo uso o adquirida por la repetición de actos de la misma especie.”
Esta manera habitual de actuar, no solo afecta a nuestras acciones externas, sino también a nuestra manera de pensar, de sentir e incluso de juzgar.
Las características de una costumbre o hábito es que se repite en nuestras distintas rutinas, que es automático y que suele ser inconsciente.
El hábito realmente es una estrategia para rentabilizar nuestras acciones, estas son algunas de sus ventajas:
- Nos permite actuar en automático sin necesidad de pensar conscientemente cada vez (por ejemplo, al conducir “poner la mano derecha en las marchas, apretar con el pie el embrague, etc.)
- Nos libera espacio mental en el cerebro al no tener que tomar una decisión cada vez que realizamos la misma acción (“¿Me lavo los dientes o no me los lavo? ¿Qué será mejor? ¿Cómo lo hago?”)
- Al ser automático no necesitamos echar mano de la fuerza de voluntad, ni estar especialmente motivados.
Los hábitos son, pues, indudablemente necesarios para facilitarnos la vida, ahorrando tiempo y decisiones.
Entonces si los hábitos se crean para que nuestro cerebro sea más eficiente, ¿en dónde reside entonces el problema?
En el tipo de hábitos que tenemos.
Hay hábitos positivos y saludables, que contribuyen a nuestro bienestar general, físico, mental y emocional y otros hábitos que son negativos porque nos perjudican a corto o a largo plazo.
Dicho esto, debería resultar muy claro y muy fácil mantener solo hábitos saludables, ¿verdad? Pero el problema es que en la práctica no somos conscientes de la mayoría de nuestros hábitos.
Solo el 5% de nuestro consciente es el que toma el mando de nuestro día a día para gestionar lo cotidiano, en el resto funcionamos en piloto automático.
Y ese 95% del inconsciente es una programación interna, que ha sido grabada en gran parte en nuestra primera infancia (hasta los 7 años) en el seno de nuestra familia, de la escuela y de nuestro entorno sociocultural.
Al final lo que sucede es que más del 50% de nuestras actividades diarias son puros hábitos, de tal manera que estamos construyendo nuestra vida futura sobre ellos, de la misma manera que nuestra vida presente es fruto de nuestros hábitos pasados.
Por lo que el primer paso tiene que ser hacer plenamente conscientes todos nuestros hábitos. Y en segundo lugar, valorar si esas costumbres te están ayudando a conseguir la vida que deseas o bien están incidiendo en ella negativamente.
Para ello te propongo un ejercicio:
Identificar y valorar tus hábitos respecto a las distintas áreas de la vida.
- Haz una tabla similar a la que sigue.
- Complétala con todas las áreas de tu vida que consideres.
- Elige tus 3 hábitos más relevantes en cada una de ellas.
- Piensa por qué tienes ese hábito, cuál es la “recompensa” inmediata por tenerlo.
- Valora si ese hábito es positivo o no a largo plazo, cómo influye en el resto de áreas de tu vida y si está alineado con tus metas.
Este primer paso te ayudará a tener más conciencia sobre ti mismo, más claridad sobre los efectos de esos hábitos en los que no solemos pensar.
*En un próximo artículo veremos CÓMO CAMBIAR UN MAL HÁBITO.
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