Decía Einstein que la vida es como montar en bicicleta, si dejas de pedalear, te caes. Por ello hace tiempo que dejé de buscar la «tranquilidad» y dejé de pensar que el hecho de conseguir una meta o un objetivo equivale a la llegada a tu destino y que a partir de ese momento sólo te queda disfrutar y gozar de lo conseguido.
¡Ojalá fuera así pero no lo es!
Porque detrás de una cima, hay otra y luego otra, por lo que más nos vale disfrutar tanto o más de la travesía que de la llegada, placer mucho más breve y efímero.
Y es que muy a menudo posponemos la celebración y el gozar con todo merecimiento de nuestros logros hasta que todo esté en su sitio, todo perfecto, logrado y tranquilo.
¿Y qué ocurre? Que dura horas o minutos, hasta que hay que hacer frente a un nuevo reto, problema, obligación, etc.
También aprendí hace tiempo que no existe «el momento adecuado» para hacer o dejar de hacer lo que sea:
«Dejaré de fumar cuando tenga tiempo para cuidarme más…»
«Tendré un hijo cuando me suban el sueldo...»
«Daré la vuelta al mundo cuando pueda ir con mi pareja…»
«Me cuidaré físicamente en cuanto termine este proyecto…»
No existe ese «cuando», y, si por casualidad llega, ya no nos acordaremos de que se trataba de una condición para una acción, porque habrá tantas otras acciones pendientes que acabaremos perdiendo el enfoque sobre nuestras metas.
Lo que existe es el presente, con todas sus imperfecciones, y los momentos de decisión, que determinarán nuestro futuro, es decir, el siguiente presente.
Hay que actuar o no, de una manera o de otra, pero en base a otros factores diferentes de ese momento adecuado que nunca existirá.
Y el tercer aprendizaje que comparto en este artículo es que sería estupendo disfrutar por completo de todas las áreas de nuestra vida, que todo estuviera equilibrado y progresara al mismo tiempo.
Seguro que hay momentos así, pero no son los más frecuentes. Y si eres como yo y buscas continuamente el equilibrio, corres el peligro de estar siempre evaluando y fijándote mucho más en lo que falta o lo que no está totalmente a tu gusto que en lo que vas consiguiendo.
…Te encuentras estupendamente bien de salud, pero tu hijo ha suspendido el curso y la preocupación te enferma.
…Te invitan a un crucero fabuloso, y tienes que dejar a tus hijos al cuidado de otra persona, aquí la culpa te la llevas también de viaje.
…Tienes unas buenas amistades, pero no tienes una pareja.
…Te ofrecen retadores proyectos profesionales, pero la salud no te acompaña.
…Tienes tiempo suficiente pero no dinero para tus sueños.
En lugar de permitir a los «peros» que te enturbien o te impidan disfrutar del éxito o la satisfacción en otra área, a veces hay que «compartimentar» y celebrar los logros en esa área concreta.
Nos olvidamos muy a menudo de celebrar los pequeños logros, que no son otra cosa que los ladrillos que conforman nuestro éxito final.
Recuerda:
- La tranquilidad absoluta sólo existe en el cementerio.
- El momento adecuado es el momento en el que eliges actuar.
- Y todo es perfecto si estás viva para hacerlo.
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Ximena dice
Me encantó tu frase de la tranquilidad solo existe en el cementerio👍👍👍👍… y en general muy buen artículo, corto y cierto