“Todas las personas cometen el mismo error, al creer que la felicidad consiste en que se cumplan todos sus deseos.”
León Tolstoi
Cada año, el día de tu cumpleaños, pones velitas en una tarta -al principio, una por año, después, una por decenio- y te dispones a soplarlas al tiempo que formulas en silencio y en secreto un deseo que se cumplirá solo si todas las velas se apagan de una vez.
Al parecer, en su origen, la misión de las velitas era el llevar los deseos del cumpleañero hasta el cielo 😉
¿Qué deseos has formulado las últimas veces que has soplado las velas de tu tarta de cumpleaños?
Yo soplé las mías el pasado 18 de diciembre. Y me dí cuenta de hasta qué punto mis deseos, o más bien el orden de prioridad de mis deseos ha cambiado a lo largo de los años.
Cuando era adolescente y buscaba mi camino en la vida, mis deseos tenían que ver con mis ilusiones artísticas, quería ser bailarina, actriz, artista… Para mí era lo más importante, y estaba impaciente por ver cumplidos esos deseos. Tenía hermosos sueños para mi futuro, y los quería todos porque consideraba que era lo que más quería en mi vida. Fueran cuales fuesen, todos mis deseos tenían en común una cosa: su intensidad!! ¡No quería nada a medias! ¡Todo tenía que ser al máximo!
Cuando encontré y desarrollé mi vocación como maestra, mis deseos derivaron hacia la consecución de objetivos, bien fueran familiares, profesionales, materiales, de aprendizaje, etc. Y, sí, claro, he sentido una gran satisfacción con cada logro, porque creía que ir obteniendo mis objetivos y ver cumplidos mis deseos era la felicidad. De hecho, me convertí casí en una máquina de consecución de objetivos! 😉
Pero, desde hace unos años, siento una vocecita interior que, a punto de soplar las velas, me dice: “¿Y si pidieras simplemente, Isa, ser feliz?”
Te he preguntado antes cuáles son tus deseos de cumpleaños. Pero tengo ahora una mayor curiosidad: si tuvieras que elegir entre tus mayores deseos/objetivos y ser feliz como nunca lo has sido ¿qué elegirías?
Sí, ya sé que ambos supuestos no se excluyen, por supuesto. Pero, imagínate que tuvieras que elegir solo uno ¿Qué sería prioritario para ti?
No sé si te ha pasado a ti, pero somos muchas las personas las que hemos antepuesto el logro de nuestros objetivos a nuestro propio bienestar. Puede parecer paradójico, porque buscamos precisamente el bienestar, la satisfacción y la felicidad con la realización de dichas metas.
Pero a veces, se convierten en instrumentos de tortura, al cultivar la impaciencia, la decepción o la frustración ante nuestros proyectos no logrados. Es curioso, porque si deseamos vivir todas esas estupendas experiencias es porque creemos que nos aportarán confianza, amor, libertad, la alegría y la satisfacción de ver cumplidos nuestros deseos.
Queremos todos lo que queremos porque pensamos sentirnos fabulosamente bien cuando lo hayamos logrado. Y por eso priorizamos, a veces, el logro de esos objetivos por encima de nuestro bienestar. ¡Es un poco de locos!
Claro que estoy encantada con todo lo que he conseguido a lo largo de mi vida, de lo que he experimentado y de lo que he aprendido y compartido. Y continuaré sin duda alguna marcándome (y logrando) metas, teniendo deseos, visiones y proyectos. Lo que ha pasado ahora es que me he puesto en el centro de esos deseos, he tomado el lugar que merezco.
Todos mis deseos son importantes para mí, pero YO soy también, muy, muy, muy importante para mí. Como espero que tú lo seas para ti.
Y, ahora … “Toma aire… cierra los ojos… piensa en un deseo para el año 2020” 😉
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