Seguro que si piensas en Aquiles te vendrá a la cabeza el gran guerrero griego (a mí personalmente me viene a la cabeza Brad Pitt en la película Troya. ¡Uff! cada uno tiene sus cosas ;-))
Aquiles, según la mitología griega, era hijo del mortal rey Peleo y de la ninfa marina Tetis. Con la intención de hacerlo inmortal su madre lo sumergió en la laguna estigia, el agua mojó todo el cuerpo del niño excepto el talón por el que la madre lo sostenía. El talón se convirtió, por una parte, en la prueba de su condición humana y, por otra, sería su desgracia al ser su único punto débil.
En lugar de aceptar su vulnerabilidad sabiéndose mortal y aprender de ella, el orgulloso Aquiles se empeñó en demostrar que era invencible. Se expuso repetidamente a los ataques de sus enemigos y los venció en varias batallas. Pero al final, París, su encarnizado enemigo le disparó una flecha al talón que le causó la muerte durante la guerra de Troya.
Todos tenemos un talón de Aquiles, una individualidad, una inseguridad o un punto vulnerable que, inesperadamente, nos impide conseguir nuestra meta o que nos echa para atrás.
Nuestro talón de Aquiles no desaparece por el hecho de ignorarlo o de modificar distintos aspectos de nuestra vida para evitarlo, porque aunque lo reprimamos o lo neguemos reaparecerá cuando menos nos lo esperemos.
El síndrome de Aquiles es el precio que pagamos por resistirnos a ese punto débil.
Porque aquello a lo que uno se resiste persiste.
Si pudieras cambiar algo de ti, de tu mamera de actuar, físicamente o de tu personalidad para mejorar tu vida … ¿qué cambiarías?
¿Qué crees que te ha perjudicado en tu trabajo, en tus relaciones o en otros aspectos de tu vida a lo largo de los años?
¿Y si le preguntaras a tu entorno familiar y de amigos compañeros de trabajo cuál es tu punto débil crees que dirían lo mismo?
¿Sabes de verdad cuál es tu talón de Aquiles?
…No quieres que te hagan daño,
No te sientes totalmente satisfecho de tu cuerpo, de tus habilidades o de tus capacidades.
No soportas las críticas,
Siempre estás estresado o agobiado.
Quisiera ser más feliz.
No te gusta tu cuerpo.
Te irritas a la primera de cambio.
No toleras los fallos de los demás.
Eres impaciente…
Existen tantas debilidades como personas.
Si te cuesta identificar con exactitud tu talón de Aquiles trata de recordar las ocasiones en que te sentiste dolido, enfadado, incapaz de crear o de amar, y tal vez estas situaciones te den pistas.
¿Cómo obstaculiza tu vida afectiva y/o tu trabajo?
Sí lo ves como una barrera o un problema mucho más grande de lo que es, tu talón de Aquiles se convertirá en un obstáculo insalvable que oscurecerá el resto de tus cualidades.
Pero, recuerda, que ¡tú eres más grande que tu talón de Aquiles!
Tu talón de Aquiles es una oportunidad de desarrollo. Aprende a apreciarte a ti mismo exactamente tal y como eres, incluidos tus puntos débiles y tus vulnerabilidades. De cada uno de esos puntos débiles puedes sacar una lección que debes aprender.
En lugar de ser el más severo crítico de tus actos debes aprender a ayudarte en los momentos difíciles, a entrenarte para superarlos. Todo depende de la actitud que tomes frente a ellos.
Todo crecimiento es una combinación de conocimiento y de cambios en la conducta. En lugar de reaccionar a la defensiva tenemos que aprender a hacernos mayor que nuestro talón de Aquiles. Y, muchas veces, esto se consigue integrando valores aparentemente opuestos.
Por ejemplo, si eres muy perfeccionista y no toleras los fallos ni tuyos ni de los demás, te sacan de quicio y alteran los buenos resultados en tu trabajo, lo que tienes que hacer es compensar ese perfeccionismo con una mayor paciencia y comprensión hacia ti mismo y hacia los que te rodean. En lugar de enfocarte principalmente en los fallos, entrenarte e identificar los logros y los aciertos.
Es una cuestión de entrenamiento y de hábito, aunque hay que ser conscientes que tu Talón de Aquiles no desaparecerá del todo nunca y que de vez en cuando, cuando te sientas nervioso, cansado o abrumado, pueda volver a aparecer.
Lo bueno es que ya lo tendrás identificado y podrás hacer menos automática la conducta que quieres evitar, y será más fácil de superar.
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