Un nuevo año se presenta ante nuestros ojos como un infinito camino nevado virgen de pisadas y repleto de posibilidades. Es el momento de los buenos propósitos, de confeccionar ese listado tan interminable con irreal, cuyo destino es quedarse huérfano de resultados.
La mayoría de las veces los resultados que esperamos no se producirán porque no pasamos de ahí, de hacer un compilatorio de lo que nos gustaría, de lo que desearíamos, aunque sin mucha fe ni mucho compromiso real. Pero en otras, la consecución de nuestros objetivos se hace difícil por todo lo contrario, por un exceso de planificación.
El principio del año es el momento adecuado para trazar el plan perfecto para conseguir tus metas, precisando los pasos que vas a dar y cuándo.
Pero, ¿tiene algo de malo un plan perfecto?
No, siempre que sea flexible, que se pueda modificar e incluso dejar a un lado de vez en cuando. ¡Y es que a veces diseñar un plan perfecto nos hace perder más tiempo reflexionando que actuando!
Reflexionar es imprescindible (es como afilar nuestra hacha mental) pero si no actuamos no nos sirve del todo (hemos afilado el hacha para cortar el tronco, ¿no? ¿a qué esperamos entonces para utilizarla?).
Además, el plan perfecto puede privarnos de aprovechar otras oportunidades que nos lleguen de otros campos; o incluso puede servirnos de excusa posponer aquello que nos asusta o incomoda argumentando que no se ajusta del todo a lo previsto.
¿Qué hacer entonces?
Pues un Plan Razonable y Flexible. Aún así, es mejor no lanzarse a confeccionar un plan para todo lo que queremos hacer el próximo año (o creemos que queremos) antes de explorar lo que realmente necesitamos.
¿Conoces cuáles son tus necesidades a todos los niveles?
Tus necesidades son el reflejo de tu personalidad, única y diferente. No puedes identificar tus necesidades observando a tus amigos, a tus compañeros, es decir, mirando a los demás. Por eso es importante que te detengas a escucharte a ti mismo: ¿Quién soy? ¿Qué necesito? ¿El tipo de vida que llevo responde a mis auténticas necesidades?
Muy a menudo nos encontramos buscando grandes respuestas, grandes oportunidades y, sin embargo, nos olvidamos de cuidar las pequeñas necesidades del día a día, el riego diario. Poco importan nuestras metas, poco importan nuestros valores, poco importa nuestra grandeza interior si no podemos desarrollarnos por completo y no escuchamos nuestras necesidades básicas.
Tómate unos instantes para identificar las necesidades que se encuentran tras tus deseos y acciones. Busca tus necesidades, no aquello que piensas que tendrías que querer, o aquello que te gustaría querer, o lo que otros piensan que tú necesitas. Recuerda que una necesidad es aquello que necesitas tener o hacer para sentir que desarrollas por completo tu potencial. Sólo después de saber lo que necesitas podrás comenzar a diseñar tu plan para el próximo año.
¡Feliz Año Nuevo!
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