Este año voy a estudiar inglés, voy a dejar de fumar, voy a ir al gimnasio, voy a organizar mejor mi equipo de trabajo, voy a ahorrar todos los meses, voy a pasar más tiempo con mis hijos, voy a terminar esa reformita de la casa, voy a perder peso, voy a cambiar de trabajo, etc.
¿A qué te suena todo esto? Podrían ser perfectamente los famosos “Propósitos de Año Nuevo”, pero en el fondo yo creo que son sólo fantasías.
El principio del año es un buen momento para llenarnos de buenas intenciones, de plantearnos hacer bien todo lo que no hemos logrado en años anteriores. Parece que dispongamos de una energía renovada.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, esta nueva actitud sólo dura unos pocos días o semanas; luego, olvidamos nuestros propósitos, retomamos nuestras rutinas y seguimos haciendo lo mismo.
¿Por qué no mantenemos la energía inicial?
¿Por qué nuestra atención se desvía tan rápidamente de lo que deseamos?
¿Por qué volvemos con tanta facilidad a nuestros hábitos anteriores?
Estos son algunos de los motivos por los que nuestros propósitos de Año Nuevo duran menos que un helado en manos de un niño:
- La mayoría de las veces decidimos en función de lo que nos ha salido mal durante el año que acaba de terminar, o bien de lo que no hemos conseguido, por lo que ya empezamos enfocándonos en nuestros «fracasos” en lugar de enfocarnos hacia lo que deseamos de verdad y que esté alineado con nuestros valores y creencias.
- Como solemos repetir esta pauta de pensamiento, acabamos escogiendo cada año los mismos buenos propósitos, que, bien analizados, parecen más bien un listado de «debería» forjado a base de decepciones, miedos, necesidades, fracasos y carencias.
- En ocasiones, esas metas ni siquiera son nuestras. Es lo que “se supone” que debemos hacer, lo que nuestra familia piensa que es lo mejor para nosotros, o incluso lo que nos forzamos a desear por la presión social y/o cultural.
- Queremos ser «realistas» lo que nos lleva a elegir metas pequeñas en lugar de soñar a lo grande. Lo que ocurre con las metas pequeñas es que no conllevan la suficiente energía para que nos impliquemos en cuerpo y alma en su consecución, por lo que para qué movernos de nuestra zona de confort por tan poca cosa.
- Nos ponemos a desmenuzar y analizar mentalmente todos los pasos que tendremos que dar, el esfuerzo, las dificultades, los problemas que tendremos, el miedo al fracaso, el precio que tendremos que pagar, etc. De manera que antes de escribir nuestros sueños en un papel ya estamos extenuados, cuando no desanimados.
- O bien hacemos todo lo contrario, nos lanzamos a una acción desenfrenada (que luego será necesaria, por supuesto) sin darnos el tiempo suficiente para alinear nuestros deseos con nuestros valores y creencias, y comprobar si realmente son metas «ecológicas» para nosotros, que tienen en cuenta nuestra «misión» y nuestra «visión».
Entonces … ante esta perspectiva, ¿qué hacemos?
Pensar que un nuevo año se presenta ante tus ojos como una playa de arena blanca recién bañada por las olas que te sugiere un sinfín de posibilidades. Sólo tienes que elegir ….
… Elegir bien de manera que tus “auténticos” deseos se transformen en metas.
LIBRO RECOMENDADO: (Haz clic en la imagen.)
”Metas” Brian Tracy
Si deseas aprender y poner en práctica un Plan de Acción para conseguir tus Metas te recomiendo realizar mi Programa de Coaching Personal Online de 12 semanas: EN MARCHA
Puedes seguirlo desde cualquier país, es totalmente online y contarás con mi tutoría personalizada durante 12 semanas en las que profundizarás en tus auténticos sueños y metas.
Interacciones con los lectores