Blog E-motivation

E-MOTIVATION es una Newsletter quincenal nacida en 2004, escrita por ISABEL SALES, partner oficial en España e Hispanoamérica de TONY ROBBINS, con quien colabora desde el año 2005 desde TONY ROBBINS SPAIN.

En este Blog se comparten los artículos pero no los contenidos exclusivos de la Newsletter que sólo se envían a los suscriptores.

SERENDIPITY

SERENDIPITY

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En los campos de la observación, el azar favorece sólo a la mente preparada». Louis Pasteur

Serendipity o “serendipia” es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado. Se denomina también así a la casualidad, coincidencia o accidente. Por extensión es la capacidad para hacer descubrimientos deseables por accidente, es decir, encontrar algo magnífico mientras se buscaba otra cosa.

La palabra “serendipia” es una traducción extraoficial (no está reconocida en el diccionario la RAE) de la palabra inglesa “serendipity”, que a su vez es un neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento persa del siglo XVIII llamado “Los tres príncipes de Serendip”, en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip (nombre árabe de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka), solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades. (*Si quieres leer el cuento te lo pongo al final del artículo)

La palabra se ha puesto de moda estos últimos años y hay hasta libros y películas con este título, pero su significado es tan antiguo como la humanidad.

De hecho en la historia de la ciencia son muy frecuentes los “serendipity”. Muchos descubrimientos científicos se han hecho por casualidad o por “chiripa” como diríamos de una manera más coloquial.

Todos conocemos el caso del descubrimiento de la penicilina por una contaminación de los cultivos que hacía Fleming en su laboratorio; o el “principio de Arquímedes” que el matemático desarrolló cuando observó que el volumen de su cuerpo era igual al volumen del agua que desplazaba al meterse en la bañera (bueno, según la leyenda ;-))

Hay otros muchos ejemplos: el adhesivo empleado en las notas autoadhesivas de tipo «Post-It» no era lo que sus descubridores estaban buscando que era una cola potente, pero les salió mal y como pegamento era un desastre. Lo consideraron un fracaso pero más tarde le dieron la utilidad que ahora todos conocemos.

Y la famosa Viagra, que ha dado beneficios multimillonarios al laboratorio que la patentó, fue en su inicio un efecto secundario no deseado de un medicamento para tratar problemas de hipertensión arterial y coronarios.

Pero la “serendipia” no es sólo un golpe de suerte, porque cualquiera de estos accidentes o resultados no deseados podrían haber pasado inadvertidos o haber sido interpretados como contratiempos que entorpecían el plan inicial y haber sido desechados.

En todos y cada uno de los casos hizo falta que personas observadores y sagaces se hicieran las preguntas adecuadas y tomaran esos resultados negativos como nuevas oportunidades.

¿Qué haces tú ante las “serendipias” que te ocurren?

Por cierto, ¿simplemente dejas que te ocurran o las buscas y favoreces?

¡Que tengas una buena semana!


LOS TRES PRÍNCIPES DE SERENDIP (Anónimo)

El discípulo miró al maestro en la profundidad de la tarde:

—Maestro, ¿es bueno para el sabio demostrar su inteligencia?

—A veces puede ser bueno y honorable permitir que los hombres te rindan honores.

—¿Sólo a veces?

—Otras puede acarrearle al sabio multitud de desgracias. Eso es lo que les sucedió a los tres Príncipes de Serendip, que utilizaron distraídamente su inteligencia. Habían sido educados por su padre, que era arquitecto del gran Sha de Persia, con los mejores profesores, y ahora se encaminaban en un viaje hacia la India para servir al Gran Mogol, del que habían oído su sabiduría. Sin embargo, tuvieron un percance en su camino.

—¿Qué les pasó?

—Una tarde como esta, caminaban rumbo a la ciudad de Kandahar, cuando uno de ellos afirmó al ver unas huellas en el camino: “Por aquí ha pasado un camello tuerto del ojo derecho».

—¿Cómo pudo adivinar semejante cosa con tanta exactitud?

—Había observado que la hierba de la parte derecha del camino, la que daba al río, y por tanto la más atractiva, estaba intacta, mientras la de la parte izquierda, la que daba al monte y estaba más seca, estaba consumida. El camello no veía la hierba del río.

—¿Y los otros príncipes?

—El segundo, que era más sabio, dijo: «le falta un diente al camello».

—¿Cómo podía saberlo?

—La hierba arrancada mostraba pequeñas cantidades masticadas y abandonadas.

—¿Y el tercero?

—Era mucho más joven, pero aún más perspicaz y, como es natural en los hijos pequeños, más radical, al estar menos seguro de sí mismo. Dijo: «el camello está cojo de una de las dos patas de atrás. La izquierda, seguro».

—¿Cómo lo sabía?

—Las huellas eran más débiles en este lado.

—¿Y ahí acabaron las averiguaciones?

—No. El mayor, picado en esta competencia, afirmó: “por mi puesto de Arquitecto Mayor del Reino que este camello llevaba una carga de mantequilla y miel”.

—Pero, ¡eso es imposible de adivinar!

—Se había fijado en que en un borde del camino había un grupo de hormigas que comía en un lado, y en el otro se había concentrado un verdadero enjambre de abejas, moscas y avispas.”

—Se trata de un difícil reto para los otros dos hermanos.

—El segundo hermano bajó de su montura y avanzó unos pasos. Era el más mujeriego del grupo por lo que no es extraño que afirmara: «En el camello iba montada una mujer».

—¿Cómo pudo saberlo?

—Se había fijado en unas pequeñas huellas de pies sobre el barro del costado del río.

—¿Por qué había bajado? ¿Tenía sed?

—El tercer hermano, absolutamente herido en su orgullo de adolescente por la inteligencia de los dos mayores, afirmó: «Es una mujer que se encuentra embarazada, hermano.».

—Eso es aún más difícil de saber.

—Se había percatado que en un lado de la pendiente había orinado pero se había tenido que apoyar con sus dos manos porque le pesaba el cuerpo al agacharse. —Los tres hermanos eran muy listos.

—Sin embargo, su sabiduría les trajo muchas desgracias.

—¿Por qué?

—Por su soberbia de jóvenes. Al acercarse a la ciudad, contemplaron un mercader que gritaba enloquecido. Había desaparecido uno de sus camellos y una de sus mujeres. Aunque estaba más triste por la pérdida de la carga que llevaba su animal, y echaba la culpa a su joven esposa que también había desaparecido.

—»¿Era tuerto tu camello del ojo derecho?», le dijo el hermano mayor.

 —»Sí», le dijo el mercader intrigado.

—»¿Le faltaba algún diente?»

—»Era un poco viejo», dijo rezongando, » y se había peleado con un camello más joven».

—»¿Estaba cojo de la pata izquierda trasera?»

—»Creo que sí, se le había clavado la punta de una estaca».

—»¿Llevaba una carga de miel y mantequilla?».

—»Una preciosa carga, sí».

—»¿Y una mujer?».

—»Muy descuidada, por cierto, mi esposa».

—»¿Estaba embarazada?»

—»Por eso se retrasaba continuamente con sus cosas. Y yo, pobre de mí, la dejé atrás un momento. ¿Dónde los habéis visto?»

—»No hemos visto jamás a tu camello ni a tu mujer, buen hombre», le dijeron los tres príncipes riéndose alegremente.

El discípulo también rió. —Eran muy sabios, dijo.

—Sí, pero el buen mercader estaba muy irritado. Cuando los vecinos del mercado le dijeron que habían visto tres salteadores tras su camello y su mujer, los denunció.

—¡Pero, ellos tenían razón!

—Los perdió su soberbia juvenil. Habían señalado todas esas características del camello con tanta exactitud que ninguno les creyó cuando afirmaron no haber visto jamás al camello. Y se habían reído del mercader, había muchos testigos. Fueron llevados a la cárcel y condenados a muerte ya que en Kandahar el robo de camellos es el peor delito.”

—¡Qué triste destino para los sabios!

—La cosa no acabó tan mal. La esposa se había escapado, y pudo llegar antes de que los desventaran en la plaza pública, como era costumbre para castigar a los ladrones de camellos. El poderoso Emir de Kandahar se divirtió bastante con la historia y nombró ministros a los tres príncipes. Por cierto, que el segundo hermano se casó con la muchacha, que estaba bastante harta del mercader.

—La sabiduría tiene su premio.

—La casualidad los salvó y aprendieron a ser mucho más prudentes a la hora de manifestar su inteligencia ante los demás


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Isabel Circulo

Acerca de la autora

Isabel Sales

Coach, formadora y escritora
Licenciada en Filología Románica, Diplomada en Magisterio y Master en E-Learning.
Fundadora de Espai Coach y Tony Robbins Spain.
Partner Oficial de Tony Robbins para España y Latinoamérica desde el año 2005 y miembro de su equipo de coaches: el Must Team.
Partner de Deepak Chopra en su Reto de 21 días de Meditación en Español.

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