Hace unos días vendí una propiedad que había estado en mi familia durante muchos años. Una pequeña casa rodeada de hanegada y media de terreno con frutales en un lugar privilegiado por su entorno y sus vistas al Golfo de Valencia.
La «caseta», como siempre la llamamos, había sido construida por mis padres y mis tíos con mucho esfuerzo, poco a poco, con ilusión y también con terquedad, con lo que iban consiguiendo ahorrar con su trabajo personal.
Para ellos era un refugio, un lugar de desconexión, de aire puro y silencio, dónde cultivaban sus frutas y verduras y recogían los huevos de sus gallinas. Para mí, en cambio, siempre fue algo lejano, sobre todo emocionalmente, casi un castigo por su aislamiento.
Acabé heredándola de mi madre pero nunca la sentí realmente mía. La mantuve varios años para que la disfrutara mi tío Silverio (que falleció hace 2 años con 97 años) y que era quien cuidaba el campo. Y, aunque mi objetivo siempre fue venderla cuando él muriese, la venta removió muchas cosas que no esperaba.
Venderla ha sido, por una parte, una liberación, pero también hay una mezcla difícil de explicar entre nostalgia, culpa y una especie de vacío extraño. No por lo material, sino por lo simbólico. Es como una especie de traición. No sé bien a quién porque nadie me exigió conservarla, pero en mi interior hay una sensación de pérdida más profunda que la de una simple casa.
La «caseta» representaba una parte importante de la historia familiar. Dejarla ir es aceptar que los sueños de mis padres no tienen que ser los míos, que ciertas etapas se cierran. Que conservar por culpa o apego no es lo mismo que conservar por amor.
Esa casa fue importante, no para mí, sino por lo que representó para quienes la soñaron. Y por eso mismo, merecía ser entregada a nuevas manos, a una nueva historia.
Yo, mientras tanto, me quedo con la gratitud hacia mis padres y hacia mis tíos por el significado de lo que crearon y compartieron conmigo.
Como dice el Dr. David R. Hawkins: “Lo que importa no es lo que tenemos, sino cómo lo hacemos nuestro, cómo lo encajamos en nuestra conciencia y el significado que tiene para nosotros.”
De ahí la importancia de aprender a “soltar” lo que ya nos representa. Y esto se aplica tanto a posesiones físicas, como a emociones, como a relaciones, a creencias, a actividades, etc.
“Dejar ir es como el cese fulminante de una presión interna o la caída de un peso. Se acompaña de una repentina sensación de alivio y ligereza, y del incremento de la felicidad y la libertad. Es un mecanismo real de la mente que todo el mundo ha experimentado en alguna ocasión.”
Aprender a soltar, a dejar ir, es un proceso que puede aprenderse.
Pasos para aprender a soltar:
- Reconoce si sientes amor o apego
Identifica qué te ata realmente: ¿el objeto, el lugar, la historia, la culpa, el miedo? - Identifica y valida tus emociones
Como parte del proceso permítete sentir tristeza, enojo, culpa o nostalgia. - Acepta que todo cambia
Nada es eterno: ni los lugares, ni las etapas, ni las versiones de uno mismo. - Mantén el recuerdo
Soltar no significa olvidar. Puedes dejar ir el objeto físico y conservar el significado. - Despídete de forma consciente
Crea un ritual: escribe una carta, visita el lugar por última vez, agradece lo que significó. Celébralo con la familia. - Redefine tu identidad sin eso
Pregúntate quién eres sin aquello que estás soltando. - Confía en tu decisión
No mires atrás con arrepentimiento constante. Si lo decidiste con el corazón y la razón, honra esa elección. - Apóyate en otros
Habla con personas que entiendan lo que sientes, amigos, familia. Compartir lo hace más liviano. - Crea algo nuevo
Canaliza lo que sueltas en un nuevo proyecto, hábito o espacio. Lo que dejas atrás puede ser la semilla de una nueva experiencia.
LIBRO RECOMENDADO: (Haz clic en la imagen.)
«Dejar ir: El camino de la liberación». Dr. David R. Hawkins
***Si quieres identificar cuál es la pasión que te mueve y trabajar de manera práctica estas cuestiones y otras muchas para sentirte mejor y aprender herramientas para conseguir tus objetivos, puedes inscribirte en mi Programa de Coaching On Line: EN MARCHA. (Haz clic en la imagen para más información)