Fragmento del Capítulo 6 de mi libro: «La Cara positiva de las emociones negativas» de Editorial Amat.
Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior.
Frida Kahlo
Según los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, que acuñaron el concepto de inteligencia emocional antes que Goleman, existen tres estilos diferentes de personas según cómo respondan a sus emociones:
1.- LAS PERSONAS QUE SE SIENTEN ATRAPADAS EN SUS EMOCIONES.
Son quienes se sienten a menudo desbordadas por sus emociones y creen que estas son entes con vida propia que las persiguen y que no se pueden regular ni manejar.
Son personas a las que con frecuencia les falta una mayor perspectiva sobre sus emociones y sentimientos y que creen que no tienen ningún control sobre los acontecimientos de su vida. Cambian muy a menudo de objetivos y de deseos y creen que no pueden controlar su vida emocional.
Al no poder lidiar con sus emociones negativas, lo que suelen hacer es rechazarlas, y al no desaparecer por sí mismas por no ser escuchadas, lo que consiguen es dotarlas de más fuerza, incrementando así su creencia de que no pueden cambiarlas.
2.- LAS PERSONAS QUE SON CONSCIENTES DE SÍ MISMAS.
Son capaces de sentir y manejar adecuadamente sus emociones, sentimientos y estados de ánimo. Tienden hacia una visión positiva de la vida y creen que es posible hacer frente a las emociones.
Cuando se ven entrando en un estado de ánimo negativo son capaces de reaccionar y hacer lo necesario para salir de él, antes de que este se intensifique, pero siempre aceptando dichas emociones negativas y tratando de escucharlas.
Creen que, aunque no siempre somos felices ni estamos contentos, se puede aprender a llevar una vida mejor y a gestionar nuestra vida emocional.
3.-LAS PERSONAS QUE ACEPTAN CON RESIGNACIÓN SUS EMOCIONES.
Al igual que las anteriores, perciben con claridad lo que están sintiendo, pero la diferencia es que tienden a aceptar pasivamente sus estados de ánimo sin tratar de cambiarlos.
Si son individuos que tienden a experimentar estados de ánimo negativos y los aceptan, pueden llegar a ser personas deprimidas. La gran diferencia con las personas del caso 2 es que no se trata de una auténtica aceptación de sus emociones negativas, lo que conllevaría escucharlas, contextualizarlas, darles respuesta y aprender de ellas, sino de una aceptación resignada ante el poder de las mismas, lo que convierte a estas personas en cada vez más impotentes.
Tanto las personas del caso 1 como las del 3 se sienten víctimas de sus emociones. Un verdadero dominio emocional pasa por creer que se pueden regular y aprender a hacerlo.
Las emociones negativas no son agradables, Pero, ¿y si cambiásemos nuestra forma de pensar respecto a ellas? ¿Por qué no ver las emociones negativas como unas amigas que quieren nuestro bien? De la misma manera que un buen aligo te suelta cuatro verdades que en principio nos molestan, pero que tras haber reflexionado las agradecemos porque nos decimos que tal vez tenga razón al iluminarlas desde otra perspectiva.
¿Y si viésemos las emociones negativas como señales que aparecen para que tomemos conciencia de que algo no va bien? Sobre algo que no va con nosotros, sobre algo que es importante para nosotros, sobre algo que podríamos cambiar para sentirnos mejor.
En resumen, tratar la emoción negativa como el consejo no pedido de un buen amigo que nos dijera: «¡Oye, fíjate! Aquí tienes esto que no va bien, tienes una necesidad no cubierta», y que prestando atención a nuestras sensaciones buscáramos esa necesidad pendiente, y que una vez encontrada nos preguntáramos cómo satisfacerla siendo consecuentes con nosotros mismos.
¿Qué estilo es en el que te reconoces más a menudo?